domingo, 23 de marzo de 2014

Caja en el templo



Si, maté a Pepe Grillo confeso entre lágrimas lamentando la conciencia y la suerte perdidas para siempre o hasta la próxima resurrección del bicho en la ventana. Y como lluvia que alimenta ríos de nubes despertó unas soñadas hace mucho. Las más lejanas emergieron atragantadas de rayos y truenos que tiran piedras a sus propios brazos de pez. Otras, gordas de aguas que danzan tristes por llegar tarde a un desierto que antes fuera siembra. Y más arriba, las inesperadas hijas de algún sol amistoso que vuelan derecho a abrir todas las ventanas y devolver al viento lo que le pertenece, absolución que se cree milagrosa en las mejillas, aunque ellas, solo hacen lo que saben hacer cuando se dejan ver…

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