Si, maté a
Pepe Grillo confeso entre lágrimas lamentando la conciencia y la suerte
perdidas para siempre o hasta la próxima resurrección del bicho en la ventana.
Y como lluvia que alimenta ríos de nubes despertó unas soñadas hace mucho. Las más
lejanas emergieron atragantadas de rayos y truenos que tiran piedras a sus
propios brazos de pez. Otras, gordas de aguas que danzan tristes por llegar
tarde a un desierto que antes fuera siembra. Y más arriba, las inesperadas
hijas de algún sol amistoso que vuelan derecho a abrir todas las ventanas y devolver
al viento lo que le pertenece, absolución que se cree milagrosa en las mejillas, aunque ellas,
solo hacen lo que saben hacer cuando se dejan ver…
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