Fronteras
adivinadas brotando de las baldosas, lentes
olvidados por ojos de nube que construyen puentes que crecen alcanzables
cada vez que llueve, y un sol derretidor evapora las vidrieras de juguetes que
son un sueño o un mito, no se sabe. Y en algún altar, como un milagro caja de música refugio de corazones de dioses
que otorgan el poder de jugar a quien pueda escucharlos cantar…
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