domingo, 25 de mayo de 2014

Danzante norte

Montaña vivienda de una mañana con su tarde donde escapé una noche para enterrar fantasmales castillos de dueños olvidados, sabuesos implacables de mi perfume. A mi cabeza que se vuela pero siempre vuelve no se le escapa un río que despiste, ni aquel sol dando a luz un desparramo de hojas, de esas que sacan a bailar sin medias  a los pies insomnes y despistan hacia el sur las brújulas fantasma cuando hay sonrisas al amanecer.

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