Noches sin
estrellas, las encerraste en un armario hasta que un día alguien abrió la
puerta para ver quién viene o sin querer y bingo sombras en su salsa se reprodujeron en
cautiverio y con furia canina te aterrorizan las rodillas. Ladrar no es una
opción así que, grita más fuerte de una vez que tu miedo no se escucha.
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