Toda pasos
sin zapatos y no soy palabras cansadas
de ecos de rincón. Queda un caramelo de menta salvavidas de mis dedos
precalentando para el olímpico tejido de alas nuevas, y, cuando las letras me
dan la espalda, un olor a lavanda salta por la ventana con urgencia ecológica a
pedirle a Doña Juana que mate hormigas con alguna zapatilla y un perfume de intercambio pasto verde noche
con luna y una par de estrellas caben hasta en la claraboya a esta hora…
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