Las palabras
no esconden bien la lluvia quizás por eso todas se refugiaron en otra parte.
Encontré aquella rama y una hoja mientras una gaita con dolor de tobillos
escapaba de una chacarera. Sin pretensión de barrer duendes tristes le doy por
destino el adorno de un rincón de cuentos con insomnio gastado y de vez en
cuando, acariciarle los ojos al espejo
cuando esa mirada no me deja volar…
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