Los ven pero
no los ven, las cascadas de sombreros de copa pertenecen a los sueños donde los
sentidos son creyentes se dicen, las
canciones ahí llegan a los oídos y las caricias son moneda corriente. Aún así, un buen día, cambiando incredulidad por dibujo de esperanza deciden emprender el viaje y atravesar
mundos cada uno con un tesoro bajo el brazo que pueda contagiar la tentación de
sembrar colores y humanidad donde haga falta…
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